Cada día, ella servía el desayuno en punto de las 7:00.
Salían a sus trabajos, cada uno en su auto.
Al regresar, ella limpiaba en silencio, se sentaba frente al televisor apagado y esperaba.
Él llegaba a las 6:00, colgaba su saco, cenaba en silencio, se acostaba.
Una noche, él llegó, colgó su saco… y ella ya no estaba.
Sólo había una nota:
"Gracias por no notar que llevo muerta desde el viernes".
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