Hoy me desperté
con tu nombre pegado al paladar,
como si fuera sed, no deseo.
Terminé diciendo tu nombre
como quien reza
pero no cree.
Recordé nuestro primer beso.
En esa complicidad tierna
que tuvimos
de descubrirnos la boca
como si ya supiéramos
que vendrían silencios.
Pensé en tu abrazo
(y en lo bien que duerme mi cuerpo
cuando lo encuentra).
Hay días como éste:
que no arden,
que no duelen,
pero raspan.
Y ahí estás tú,
riéndote en mi cabeza,
como si la distancia fuera
una excusa con WiFi.
Tengo ganas de verte.
No para arreglarnos.
No hay nada roto.
Sólo para recordar
lo que inventamos con las manos
y confirmarlo con los ojos.
Tenerte cerca
no sería milagro.
Sería
un deseo cumplido...
No hay comentarios. :
Publicar un comentario
Agradezco tu visita y comentarios!