Abro la puerta, y ahí estás,
en el sonido del reloj que no tengo,
en el café a medio terminar sobre la mesa vacía,
en el eco de una canción que ya no quiero escuchar.
No sé si me visitas o nunca te has ido.
Te pienso menos de lo que mereces,
pero más de lo que quisiera.
Apareces en los días grises,
en las sillas vacías,
en el olor de una comida lejana.
El olvido es un truco barato,
un mago con manos torpes
que deja ver el truco antes del final,
y yo, sentado en primera fila,
sigo cada movimiento,
engañado pero a veces siento consuelo.
Ayer caminé por calles que no conociste,
bebí de un vaso que nunca tocaste,
me dormí sin decir tu nombre,
pero en la bruma entre el sueño y la vigilia
seguías esperándome.
A veces creo que es tu voz,
otras, sé que tu recuerdo es lo único que me queda.
Pero si un día te alcanzo a la vuelta de la esquina,
si el mago logra su truco,
quizá yo también desaparezca.
por: Miguel Quintero
Twitter: Owiruame
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