Tienes la piel abierta,
expuesta como un mapa de pecas
que podría haberme llevado directo a tu corazón,
pero no lo hice.
La luz que se cuela entre tu cabello
se detiene en tu espalda,
como si el sol, en su desesperación,
quisiera retroceder en el tiempo,
darme otra oportunidad y que todo fuera distinto.
Pero aquí estamos,
con unos lentes...
malditos lentes, que ocultan lo que no quieres ver,
el dolor que me habita,
y el que se esconde en tus pupilas.
Es triste, ¿sabes?
No poder contar nuestra historia,
porque ni tú ni yo somos nada más
que una idea mal lograda de lo que pudimos haber sido.
Somos como un accidente
en el que cada testigo jura que vio algo diferente.
Y al final, todo se deshace,
se desvanece,
y quedamos tú, yo,
y el susurro de lo que nunca llegó a ser.
por: Miguel Quintero
Twitter: Owiruame
No hay comentarios. :
Publicar un comentario
Agradezco tu visita y comentarios!