martes, 31 de diciembre de 2024

doce campanadas

1.
Si el río no se entrega al mar, permanecerá estancado hasta secarse, dijo el maestro zen, mientras dibujaba círculos en la arena. El discípulo, perplejo, preguntó:
—¿Qué significa?
El maestro respondió:
—Significa que aún no lo entiendes.

2.
—Aún no lo entiendes, amigo —dijo el borracho, levantando su vaso—. La vida es muy corta. Si no la bebes rápido, se escurre entre los dedos.
Miró su reflejo en el fondo del vaso vacío y susurró:
—¿Dónde se fue todo?

3.
—¿Dónde se fue todo? —preguntó la maestra, mirando la pizarra llena de tachaduras.
—Se fue en las respuestas equivocadas —dijo el estudiante.
La maestra borró todo y escribió:
"El error es el primer paso hacia el aprendizaje."
Entonces, nadie temió responder.

4.
—Nadie temió responder —pensó el perro al ladrar frente al cartero.
Pero el hombre no retrocedió. En cambio, le acarició la cabeza.
—Eres valiente, amigo.
El perro dejó de ladrar, movió la cola y por primera vez, sintió que había logrado algo único.

5.
Por primera vez, sintió que había logrado algo único. El dibujante trazó la última línea del retrato.
—Es perfecto.
Miró el rostro en el papel. No era quien había perdido, sino quien soñaba. Sonrió. Ahora, solo quedaba encontrar a la musa que inspiraba ese sueño.

6.
¿Qué inspiraba ese sueño? Pensó mientras llegaba a la biblioteca con un libro viejo.
—¿Tienen algo de poesía?
La bibliotecaria asintió y le entregó un tomo de Neruda.
—Las palabras son como espejos —dijo ella—. Reflejan lo que tememos perder.
Y, sabiendo que ya no podría olvidar, comenzó a leer.

7.
Comenzó a leer el poema en voz baja, mientras el poeta la observaba desde el rincón, tomando notas.
—¿Quién te inspira? —preguntó ella.
—Tú, ahora.
Ella sonrió.
—Entonces escribe algo sobre lo que nunca muere.
Él cerró los ojos y escribió:
"El eco de su risa."

8.
El eco de su risa resonó en la cueva donde dormía la piedra.
—¿Quién se atreve a molestar mi sueño?
—Soy el viento, te traigo noticias de cambio.
La piedra suspiró.
—No puedo moverme.
El viento respondió:
—Tal vez, pero puedes inmortalizar lo que miras.

9.
—Inmortalizar lo que miras, esa es tu tarea —pensó la fotógrafa mientras ajustaba el lente.
Capturó el rayo de luz atravesando las hojas.
—¿Qué ves? —le preguntaron.
—Veo lo que la realidad no dice, pero sugiere.
Revisó la imagen. Era perfecta, como si la luz hablara en silencio.

10.
—¡Cómo si la luz hablara en silencio! —pensó el doctor en filosofía mientras cerraba su libro.
—¿Qué es la verdad?
La pregunta quedó flotando en el aire.
—La verdad —se dijo—, es como un espejo roto: cada pedazo muestra algo distinto. Pero la luz, la luz es la misma.

11.
La luz es la misma —suspiró la margarita, pero yo...
—¿Por qué lloras? —preguntó el sol.
—Porque me arrancaron de mi hogar.
—Pero ahora alegras un hogar.
La margarita suspiró... Anhelos que llegan hasta el cielo.

12.
"Anhelos que llegan hasta el cielo", pensó el hada, mientras esparcía polvo mágico sobre el pequeño.
—¿Qué haces? —preguntó el niño.
—Con suerte, te haré volar —respondió el hada.
El niño la miró y sonrió.
—Entonces tú me enseñarás.
Ella, sin palabras, voló a su lado, brillando más intensamente.



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