Quiero abrazarte,
pero no de esos abrazos que te dejan sin aire,
ni como los que prometen para siempre
(y al final te dejan peor que antes).
Te quiero abrazar lo justo,
lo necesario
para que sientas
que estás aquí, porque quieres.
Quiero abrazarte,
como quien sabe que todo es prestado:
los cuerpos, las risas, los suspiros,
las horas, los días buenos.
Te quiero abrazar por si te quedas,
veas que el mundo
no es tan malo desde mis brazos.
Y si te marchas,
no sea por mis manos aferradas a tu espalda.
Quiero abrazarte,
con los brazos del viento
y las manos como pájaros,
Que mi fuerza sea más para elevarte
que para sostenerte.
Te quiero abrazar y punto.
Así que ven,
pero no porque quiera guardarte,
sino porque tengo los brazos libres
y a veces también me canso
de caminar solo.
El amor, dicen, es darlo todo.
El amor, para mí,
es sostenerte
(y dejarte caer al mismo tiempo).
Es querer verte volar,
aunque yo me quede
con el eco de tu risa
y el vacío de este cuarto,
No me interesa quedarme con tus días,
ni ponerle nombre a lo que somos.
Prefiero que vengas porque tienes ganas
y te vayas porque el mundo allá afuera
te llama, te invita a jugar, a volar, a vivir.
Así que ven.
No traigas promesas,
ni esperes que yo las haga.
Somos dos almas compartiendo un momento,
y ese instante, tan lleno,
es suficiente para no sentirnos vacíos.
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