Cada día recorría el mismo pasillo, veía los mismos rostros vacíos, la misma luz colándose por las ventanas.
Un día, el paisaje cambió: su oficina estaba allí, a la vuelta de la esquina, pero al girar, no estaba. Caminó por el largo pasillo una y otra vez, recorriendo las horas, los días, los tiempos. Recuerdos de su casa, su infancia, sus pesadillas... Cada vuelta era un ciclo infinito, una jaula de tiempo.
La rutina lo atrapó para siempre, devorándolo en la oscuridad de sus memorias olvidadas.
Un día, el paisaje cambió: su oficina estaba allí, a la vuelta de la esquina, pero al girar, no estaba. Caminó por el largo pasillo una y otra vez, recorriendo las horas, los días, los tiempos. Recuerdos de su casa, su infancia, sus pesadillas... Cada vuelta era un ciclo infinito, una jaula de tiempo.
La rutina lo atrapó para siempre, devorándolo en la oscuridad de sus memorias olvidadas.
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