A veces te miro, musa urbana,
en la rutina de la ciudad,
por las calles de tu barrio,
con tus Dr. Martens firmes en el pavimento,
pisando el asfalto con la certeza
de quien sabe a dónde va,
pero en el fondo, ¿lo sabes?
Te desplazas en el transporte público,
una diosa oculta en el anonimato,
a veces envuelta en jeans que esculpen tu figura,
otras, flotando en un vestido que roza el viento,
pero siempre, siempre perfecta,
como si la perfección fuera el punto de partida
y no el destino.
Exploradora de almas, observas desde la distancia,
misántropa por convicción, o tal vez por protección,
¿quién podría culparte?
En este mundo de máscaras y falsedades,
es más fácil no querer
que dejarse tocar el alma.
Quiero sentarme contigo en la banqueta,
con una caguama como único testigo,
que el concreto se vuelva tierra fértil,
donde raíces se entrelacen,
en un jardín de palabras no dichas,
de miradas que lo revelan todo,
de silencios que gritan verdades
que el ruido de los autos no puede callar.
Quiero entretejer margaritas en tu cabello,
entre sueños y risas,
con la complicidad de quienes han visto
flores crecer en el asfalto,
mientras la ciudad sigue su curso,
ajena a nuestra pequeña conspiración.
Te observo y veo la dualidad de la existencia,
de quien camina entre el amor y el desprecio,
entre la conexión y la soledad autoimpuesta,
y no puedo evitar desear ser un puente,
que te acerque al lado donde el sol brilla más,
donde florecen margaritas y dientes de león.
Y mientras el mundo gira, mientras la vida pasa,
en una esquina de la ciudad,
encontramos la eternidad en un instante,
un poema en cada susurro,
una promesa en cada mirada…
Y en el cruce de miradas,
un secreto.
No hay comentarios. :
Publicar un comentario
Agradezco tu visita y comentarios!