Y el verbo se hizo carne
y habitó entre tus piernas.
Y vi su gloria: plena, vibrante, eterna
(y en tu cara, deseo y verdad).
Doy testimonio de tus voces atávicas,
del temblor de tu piel,
de su tibieza en mí.
Y eres de quien decía:
ella (se) viene antes de mí,
porque es primero que yo.
Porque
de su deseo bebimos todos.
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