Te estoy extrañando, y es raro, ¿sabes?
No pensé que me hicieras tanta falta.
Pero aquí estoy,
contando
las horas,
acariciando la sombra
de un reloj roto.
Anhelo tu mano entre las mías,
llave que abre
el absurdo candado de mi pecho.
Añoro la luz de tus ojos,
chispa
que me enseñó a ver el mundo
con menos tedio,
y más ganas.
Extraño jugar con tu cabello,
maraña de nidos
donde dejé mis dedos,
y quizás,
un pedazo de mí mismo.
Adoro tu risa,
tan tuya,
tan loca;
tu voz,
encantadora avalancha,
verborragia de colibrí,
nerviosa y viva.
Quiero abrazarte,
envolverme en ti,
en tus brazos, refugio
contra el invierno sin ventanas.
Anhelando el calor del fuego en la piel.
Cuento las horas,
y maldigo cada una,
porque entre más pasan,
más larga es la distancia.
Y aquí sigo,
quemando palabras
que son tuyas...
que siempre serán tuyas.
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