miércoles, 18 de diciembre de 2024

ideas

No tengo miedo a las grandes ideas,
ni al espacio que ocupan cuando llegan.
Son como tú:
inevitables, brillantes, rotundas,
capaces de sacudir (mi) mundo y sus estructuras.

Tu mente es un cometa ardiendo en la noche.
 Baila fuera del alcance de los cobardes.
 Se extiende más allá de las palabras, del horizonte…
 Más allá de lo que sé o imagino,
 y regresa, dejando un destello tras su paso.
 Eso (no) me intimida,
 me fascina.

Abres la boca,
como quien lanza una piedra sobre el agua,
dibujando ondas que (me) arrastran.
No es el tamaño lo que importa,
sino el eco que dejan,
transformándolo todo.
Te escucho como quien busca un mapa,
pero tú no eres destino:
eres el camino entero.

Hay algo imponente en la manera en que aprendes,
cómo desarmas lo complicado con las manos
(que vuelan)
mientras hablas.
Frente a ti soy un niño,
mirando cómo tus palabras perforan la oscuridad
y dejan un hilo de luz.
En ese hilo, veo algo:
un reflejo de lo que,
puede ser.

A veces pienso en las mujeres sabias,
las que rompieron reglas y encendieron hogueras.
Te miro y veo que estás aquí.
(Eres) parte de ese torrente imparable,
de esa luz que no sabe apagarse.
No temo tu arte, ni tus palabras,
ni cómo desborda(s) todo.
Al contrario, me acerco.
Como quien encuentra fuego,
y decide quemarse un poco…

No temo al resplandor de tu mente,
mientras
piensas,
creas,
resistes.
Quiero verte arder.
Porque en tu fuego encuentro mi chispa.
Y en tu luz, un mapa hacia lo que (aún) no somos.
Te admiro, no desde la distancia ni el silencio,
sino con la certeza
de que tu fuego alimenta el mío.


Twitter: Owiruame

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