Después de los años y caminos compartidos, miro atrás y veo el jardín que hemos sembrado.
Cada rosa ha nacido del esfuerzo, del cariño, de las palabras que no siempre decimos, pero que incluso leemos con los labios.
Esas rosas que están en el camino, han conocido el sol, el frío y la tormenta.
Pero ahí están, de pie, como nosotros, con los pétalos marcados por la vida,
pero impregnados del perfume de la vida nuestra.
Cada mañana, al despertar, elijo las pequeñas cosas: el calor de tu cercanía, la paz de saber que estás a mi lado,
y todos esos pequeños gestos cotidianos que algunos tomarán como olvidados.
Hoy te vuelvo a elegir, como en antaño, con ese amor sencillo y cotidiano.
No porque sea fácil o costumbre,
sino porque en ti encuentro mi hogar, ese fuego sereno que me envuelve y me sostiene.
Elijo el amor que construimos cada día, elijo las rosas que siguen floreciendo el camino.
Elijo nuestra senda única, trazada por nuestros pasos, nuestros amores y los saberes que hemos aprendido.
Cada rosa ha nacido del esfuerzo, del cariño, de las palabras que no siempre decimos, pero que incluso leemos con los labios.
Esas rosas que están en el camino, han conocido el sol, el frío y la tormenta.
Pero ahí están, de pie, como nosotros, con los pétalos marcados por la vida,
pero impregnados del perfume de la vida nuestra.
Cada mañana, al despertar, elijo las pequeñas cosas: el calor de tu cercanía, la paz de saber que estás a mi lado,
y todos esos pequeños gestos cotidianos que algunos tomarán como olvidados.
Hoy te vuelvo a elegir, como en antaño, con ese amor sencillo y cotidiano.
No porque sea fácil o costumbre,
sino porque en ti encuentro mi hogar, ese fuego sereno que me envuelve y me sostiene.
Elijo el amor que construimos cada día, elijo las rosas que siguen floreciendo el camino.
Elijo nuestra senda única, trazada por nuestros pasos, nuestros amores y los saberes que hemos aprendido.
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