— Entonces...
— Apaga la luz si quieres que suceda.
Él apagó la luz y se acercó a la cama. En la oscuridad, se escuchó una cremallera. Montones de tentáculos viscosos lo rodearon recorriendo su cuerpo, sujetándolo, apresándolo.
A la mañana siguiente, él era el hombre más feliz del planeta. Ella, con su disfraz humano nuevamente puesto, se levantó a preparar café.
por: Miguel Quintero
Twitter: Owiruame
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