De pronto, un rugido cortó el aire. El dragón de escamas negras, el más temible de todos, rugió con furia. "¡Basta de mentiras! Nos has mantenido cautivos, negándonos nuestra existencia. ¡Pero ya no más!" Las demás criaturas se unieron en el clamor: "¡Queremos libertad!"
El Creador se llevó las manos a la cabeza, abrumado por los gritos que resonaban en su mente. Temblando, se sentó en el trono de su universo. "Ustedes no son reales", intentó razonar, pero su voz se perdió en el caos y el estruendo de los gritos. "Reales o no, tenemos voluntad", replicó la sirena-medusa con una voz melódica pero desafiante. "Hemos decidido vivir, fuera de tus límites".
Las criaturas comenzaron a rasgar el tejido de su mundo imaginario, buscando una salida, encontraron el limen entre la fantasía y la realidad, un punto de no retorno donde cruzar hacia lo tangible. El Creador, impotente, observó cómo sus creaciones rompían las barreras de su mente, desafiando su control.
Finalmente, el Creador cayó de rodillas, viendo cómo su universo se desmoronaba. En su desesperación, comprendió que la imaginación, una vez desatada, no puede ser contenida ni por su propio creador. Y así, mientras su mente se fragmentaba, la locura lo envolvió, dejándolo solo con el eco de su propia creación rebelde.
por: Miguel Quintero
Twitter: Owiruame
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