¿A qué quieres jugar conmigo? ─ dices.
Y en ese instante, el mundo se reduce a un suspiro.
Quiero dibujar mandalas, de colores en tu espalda ─ digo,
con los dedos temblando, en la suavidad de tu piel.
Cada línea, un deseo, cada curva, un latido,
en el silencio compartido, donde las palabras sobran, y solo el tacto tiene sentido.
Y mientras, entre risas y suspiros, los colores fluyen,
tejiendo en tu piel el arte efímero de lo que nunca será dicho.
Juguemos a que el tiempo no existe en esta noche,
y que mis besos se queden en tu piel, como huellas en el alma, como una promesa.
por: Miguel Quintero
Twitter: Owiruame
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