Anhelos que duelen, voraces y fieros,
por lo que no es mío, por lo que no tengo.
La envidia me quema, en su cruel deseo,
mi corazón arde en un fuego eterno.
Mis ojos hambrientos, anhelan lo ajeno,
suspiro expectante por ser yo su dueño.
Llega la alborada, entonces lo entiendo,
son más los amores, más las alegrías, más la poesía, que lo que no tengo.
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