El frío metálico de la cápsula de hibernación se colaba por las rendijas del traje espacial de Langrenus, despertándole del sueño inducido. Un zumbido persistente taladraba sus oídos causando una desorientación que nublaba su mente. Parpadeó un par de veces, intentando enfocar su vista. Las luces tenues revelaban un espacio reducido, lleno de cables y paneles de control con una luz muy tenue.
Langrenus se desenganchó de las correas que lo sujetaban. Apenas podía moverse después de la larga inactividad. Se apoyó en la pared de la cápsula, respirando hondo para recuperarse y sentir control de sus movimientos. La desorientación seguía, pero una sensación de urgencia lo impulsaba a salir de la cápsula.
Pulsó el botón en la pared, y la tapa se abrió. A través de la abertura, pudo ver el exterior de la cápsula espacial. El paisaje desolador se extendía ante sus ojos: un terreno árido, salpicado de rocas y pequeños cráteres. El cielo era de un color rojizo con nubes violetas y naranjas que bloqueaban la luz del sol.
Langrenus descendió de la nave. A lo lejos, se veía una estructura metálica imponente, que parecía ser parte de una construcción más grande. Mientras exploraba los alrededores, Langrenus descubrió el esqueleto de una criatura alienígena. Estaba en el suelo, rodeado de lo que parecía haber sido una armadura protectora. La criatura era alta y delgada, con una piel grisácea y una cabeza alargada. Sus ojos vacíos miraban hacia el cielo como si hubiera sido lo último que hizo.
Un escalofrío recorrió la espalda de Langrenus. Se sentía solo en este mundo hostil. No recordaba cómo había llegado allí, ni cuál era su misión. Lo único que tenía claro era que debía sobrevivir.
Regresó a la cápsula y comenzó a buscar cualquier cosa que pudiera servirle. Encontró provisiones secas y un poco de agua, así como algunas herramientas y un radio que parecía funcionar. Con esas provisiones, decidió dirigirse hacia la estructura metálica que había visto en la distancia, consciente de que los peligros acechaban en ese mundo extraño.
Mientras caminaba, Langrenus no pudo evitar pensar en el esqueleto encontrado. ¿Qué le había pasado? ¿Era hostil o había sido un aliado? Las preguntas lo atormentaban y llenaban de incertidumbre.
A medida que se acercaba a la estructura metálica, Langrenus sintió una extraña energía que parecía venir de la misma. Era una sensación desconocida que le provocaba una mezcla de temor, curiosidad y fascinación. Tenía que llegar pronto ahí para poder entender el misterio de todo lo que le rodeaba.
Con un golpe de adrenalina corriendo por sus venas, Langrenus entró en la estructura metálica, dispuesto a enfrentar cualquier cosa que encontrara.
De pronto terminó el trance hipnótico. La voz del doctor Merker resonó en la mente de ¿Langrenus?, marcando el final de la sesión. "Debemos continuar abordando tu trastorno acumulativo", anunció con tono firme. "Nos vemos nuevamente el sábado para profundizar en el tema”. Ya todo ha sido registrado en la bitácora.
Gabriel abrió los ojos, regresando al “mundo real” con una sensación de confusión. Las imágenes vívidas y las emociones intensas de la hipnosis seguían en su desorientada mente. Recordaba fragmentos de memorias y experiencias reprimidas, fragmentos de un tiempo que ahora volvía a descubrir.
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