domingo, 3 de septiembre de 2023

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Se despertó con la terrible sensación de su ausencia. Miró a su lado, ella no estaba ahí. La sábana estaba fría y vacía.

Se levantó y se dirigió a la ventana. El sol estaba saliendo y el mar brillaba con los primeros rayos de luz. Se acercó a la ventana y respiró profundamente el aire fresco del mar.

A lo lejos, divisó algo en el horizonte. Era una figura pequeña, de pelo rojo y ensortijado, que se movía con gracia por el agua. La figura se acercaba cada vez más, y pudo ver que era ella.

La mujer del pescador había desaparecido hacía tres días. Él la había buscado por todas partes, pero sin éxito.

Ella se acercó a la orilla y se detuvo frente al pescador. Su pelo estaba mojado y sus ojos brillaban con una luz sobrenatural.

─ ¿Dónde has estado? — preguntó él.

─ He estado en un lugar maravilloso — respondió la mujer. Un lugar donde el agua es cristalina y el sol siempre brilla.

Él no podía creerlo. Su mujer, la mujer que había amado toda su vida, era una sirena.

─ Pero, ¿por qué? ¿Cómo? — preguntó el pescador. 

─ Porque ese es el lugar al que pertenezco — respondió la mujer.

─ Pero yo te quiero — dijo el pescador. No quiero que te vayas.

─ Yo también te quiero — dijo ella.  Se acercó al pescador y le dio un beso. El pescador sintió su piel fría y húmeda contra la suya.

─ No me olvides —dijo la sirena. Se dio la vuelta y se sumergió en el mar. 

Él se quedó solo en la playa, mirando la mansedumbre de las aguas. Sabía que nunca volvería a ver a su mujer, pero también sabía que ella había encontrado su lugar más allá del mar.

Al día siguiente, Se despertó con la terrible sensación de su ausencia ¿Ella estaba ahí?

Ella, transformada en sirena, nadaba en un río de estrellas.

Twitter: Owiruame

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